Si
soy sincera una vez sí tuve un accidente. Fue una semana antes de examinarme
del carnet. Entonces, era una gran conductora y no lo digo yo, leer con
atención. Era un domingo por la tarde. Dado mi amor a la fórmula 1, esta vez no
emulaba a Schumacher sino a Alonso en un anuncio de Renault, que por entonces
se emitía en la tele. No conducía, sino que me deslizaba por cada curva. La
gente se giraba al verme pasar y me miraba con asombro. Era la diosa de la
carretera, pura magia. ¿Habéis visto alguna vez un unicornio? Pues eso era yo
al volante, algo inimaginable para el común de los mortales. Pero el trauma de
aquel día lo cambió todo. Perdí mi don, como un hada sin su varita o Eva tras
morder la manzana. La simbiosis entre el coche y yo nunca volvió a ser la
misma…
Todo
sucedió al llegar al cruce de la muerte (y nunca mejor dicho porque estábamos
frente al tanatorio). Out of the blue apareció un ceda el paso y a mi se me
olvidó cómo se frenaba. Intenté hacer memoria y lo único que recordaba es que
Pedro Picapiedras frenaba sacando los pies y hacía presión contra el suelo. Pero
yo no podía y veía cómo mi coche se iba acercando a una carretera general por
la que venía un monovolumen. Pensé, seguro que ellos frenan, total si ven que
no frenamos nosotros, ellos frenarán. Pero, no frenaron, así que acabamos
frenando uno contra otro; con el tanatorio de Pozuelo como escenario de fondo…
Salí del coche, acojonada es poco. Sabía que mi vida corría peligro.
De
repente el campo abierto se volvió un sitio claustrofóbico. La ira de mi padre,
mi acompañante en aquel trayecto, lo llenaba todo. Si la escena no era
suficientemente trágica, del coche contrario se bajaron Borja y Cuqui, una
embarazada de 8 meses y medio. A estas alturas el niñ@ tendrá 4 años. Pobre
criatura, no tengo en mucha estima a los niños, pero este casi me dio pena. Si
no tenía bastante con esos progenitores encima yo le hice nacer estresao…
Ni
que decir tiene que la bronca que me cayó en casa fue de campeonato… Aquí
terminaron mis tiempos de buena conductora. Era necesario que conocieseis este
trágico momento de mi vida para que, a partir de ahora, podáis empatizar. Ha
supuesto mucho, mucho tiempo de terapia sobre el diván del psicoanalista. Por primera
vez me atrevo a contarlo. A compartirlo con alguien, mientras cubro de lágrimas
el teclado de mi ordenador. Espero que de ahora en adelante me comprendáis y,
aunque no me entendáis no me juzguéis.
Hola soy Lucía y soy una mala conductora.
Nota: Puede que con el último párrafo
haya exagerado un poquito, pero hoy tengo un día Drama Queen TOTAL y en mi blog
mando YO.
4 comentarios:
Dicen que soy mala conductora y mis copilotos siempre se quejan de que voy muy pegada a la derecha...también he tenido varios percances en rotondas, el último con uno que llevaba colgados unos dados (horror) pero yo pienso que conduzco bien, sólo hecho de menos haberme comprado un hummer en lugar de un coche canijo!
Besos
Schumacher, tampoco conduces taaaaan mal ;)
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