miércoles, 15 de febrero de 2017

Feliz Día de los No Enamorados



Os juro que tenía el alma súper zen. Este año todo esto de San Valentín a mí no me iba a afectar, lo tenía clarísimo y me lo llevaba repitiendo cual mantra desde finales de enero. Pero mi paciencia tiene un límite, llevamos exactamente 19 horas desde que había empezado el día de los enamorados y cuando acabé estallando.
Estaba claro, el amor me perseguía pero yo corría más rápido). No paraba de escuchar las baladas más románticas en la radio, los periódicos me daban ideas de regalos y por supuesto bombardeo de fotos de enamorados en Whatsapp, Facebook, Instagram… Porque no entré en Linkedin, pero seguro que alguno cambio su perfil su foto de perfil con motivo de tan memorable fecha. Incluso Netflix se empeñaba en que tenía que ver El Cuaderno de Noa.


A ver no me malinterpretéis que me alegro que haya un fecha para celebrar el Amor, pero en vez de ser en febrero ya podían haberlo escogido a mitad de agosto. Por lo menos, si me pilla de vacaciones con el sol y un mojito, se me haría mucho más llevadero eso de recordar que estoy más sola que Tom Hanks en Naufrago. 

A pesar de todo, no seáis ingenuos, que no tenga novio no significa que pasara la noche sola. Ayer tuve una cita. Pero a diferencia de tod@s vosotr@s, enamorad@s del mundo, no estuve tres horas arreglándome, no lleve unos tacones insufribles ni por supuesto me deje medio sueldo para pagar un restaurante de esos que sales con más hambre de la que entraste. Quedé con mi sofá, el que siempre me espera y me acoge con los brazos abiertos; mi mantita, y una tarrina de helado de chocolate que se derretió a mis encantos en menos de 20 minutos. A ninguno de ellos les importo que fuese con mi bata de franela, un moño medio chungo y calcetines de pelotillas. A ver ahora quién se atreve a decir que eso no es amor de verdad.