El
otro día me preguntaron cuándo fue la última vez que alguien me regaló un ramo
de flores. Mi padre me regaló uno el día anterior a hacer la primera comunión. Tenía flores de todos los colores pero sobre todo
recuerdo una especie de margaritas azules. De esto hace 17 años. Lo cierto es
que nunca nadie me ha regalado un ramo. Flores sueltas sí, ramos no. Siempre
digo que me parece tirar el dinero comprar un ramo entero. Aunque dados mis niveles de azúcar en sangre puede que no sea del todo verdad.
Por
otro lado, odio las rosas, sobre todo las rosas rojas. Auguran desgracias. Alguien
se siente culpable, o se quiere comprometer más, o simplemente la regala por
regalar y la otra persona la toma como algo especial. En cualquier caso una
rosa roja jamás traerá nada bueno. Si una flor está rodeada de espinas es
porque merece seguir en el jardín. Aquél que decide cortarla sin duda
arrastrará con ella una maldición.
Otra
cosa son las rosas champán, en capullo y tallo largo. Las imagino en un salón
con un piano de cola y suelos de mármol. Todo muy aristocrático, ideal para una
pareja monísima de esas que tienen una institutriz que cuida de los niños. Por
supuesto alguien se habrá encargado de las espinas y con ello se habrá llevado
la maldición que estará en el mismo lugar que los kilos de más que le quitaron a
la señora en la última lipo y el bótox que le pondrán el próximo mes.
Mi
ramo favorito hasta la fecha fue uno de rosas azules. Son las flores de alguien
tan especial y jamás osaría compartirlas con él.
Si alguna vez me regalan un ramo quiero que sean MIS FLORES. No quiero una especie cara ni difícil de conseguir. Una que esté disponible todo el año. Que yo solita me las pueda comprar y animarme el día. ¿Qué tal unas margaritas?
Si alguna vez me regalan un ramo quiero que sean MIS FLORES. No quiero una especie cara ni difícil de conseguir. Una que esté disponible todo el año. Que yo solita me las pueda comprar y animarme el día. ¿Qué tal unas margaritas?
Hablando
de flores, si alguna vez estáis en Madrid tenéis que visitar El Jardín del Ángel. La floristería más especial que he conocido. Galdós hablaba de ella en Misericordia y
conserva el halo de misterio que le da haber sido un camposanto. Uno de los
rincones más especiales de la ciudad, en plena plaza de Santa Ana.
4 comentarios:
A mi si me gustan los ramos de flores, me encantan que me regalen y me da igual el tipo de flores, afortunadamente los que me quieren saben que con flores siempre aciertan.
Besos
Raquel
http://raqueljimenezbisuteria.blogspot.com.es/
Una vuelta un tanto melancólica,....Tan bien escrito y tan interesante como de costumbre, no conocía esta faceta tuya.
A mi también me encanta esa floristería, simplemente parece trasladada de un lugar que ya no exista.
Y llámame hortera, regalo champán y flores, pero en su maceta, un rosal , por ejemplo, dará más de una flor, pero requiere cuidados.Siempre he visto un cierto símil en cuidar de algo que florece y una relación, respecto a las espinas comparto tu opinión de igual manera que pienso que hay una belleza dolorosa...
Las flores siempre son un acierto... gran entrada. http://universovarietes.blogspot.com.es/2013/02/mi-semana-de-aran-aznar-sonia-monroy.html
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